Quiero compartir una experiencia reciente con uno de mis pacientes, a quien realicé una incrustación dental para rehabilitar la estructura del diente, enfocándome en la estética y funcionalidad.

El caso de mi paciente presentaba una pérdida importante de tejido dental debido a una caries extensa. En lugar de optar por una corona completa, decidimos realizar una incrustación, una técnica menos invasiva que permite conservar la mayor cantidad posible del diente natural. Esta opción no solo garantiza la funcionalidad, sino también una estética mucho más natural.

La rehabilitación del diente fue un proceso meticuloso, comenzando con la eliminación de la caries y la preparación de la cavidad. El objetivo era restaurar tanto la función masticatoria como la morfología original del diente, lo que implicaba diseñar una incrustación personalizada que se integrara perfectamente con el resto de la dentadura.

El uso de materiales estéticos de alta calidad fue clave para lograr un resultado natural, donde la estética dental fue prioritaria. La incrustación fue diseñada para mimetizar el color y la textura del diente, asegurando que no solo cumpliera con su función, sino que también se viera completamente natural.